9. Arroyo Bejarano

En nuestro camino pasamos por los restos de una calzada romana directamente relacionada con la actividad minera.

El paisaje se va ensanchando y los distintos ecosistemas se diferencian claramente: el bosque en galería del arroyo (avellanos, alisos y olmos), el bosque de pinos (repoblados), restos de bosques originales de encinas y alcornoques en los márgenes y, también, antiguas plantaciones de olivos que se han asilvestrado, lo que nos da una muestra evidente de la transformación del paisaje originario por la intervención del hombre.

Se observa un paso más en la transformación del bosque hacia un sistema mixto: es la dehesa. Se trata de un buen ejemplo de aprovechamiento agrícola-ganadero respetuoso con el medio, aunque no exento de problemas. El principal es el envejecimiento de todos los árboles que lo pueblan por falta de regeneración del suelo, ya que el ganado doméstico (en esta zona sobre todo vacas y caballos), acaban con toda la capa vegetal para alimentarse.

Una pérdida mucho más significativa y preocupante para el bosque mediterráneo es su transformación en praderas de plantas herbáceas, sin árboles ni arbustos o matorrales que proporcionen una cubierta vegetal permanente. Esto se produce, normalmente, por el empleo de maquinaria o roturaciones mediante fuego. En zonas de pendiente, las lluvias arrastrarán el escaso sustrato de tierra fértil dejando al descubierto las rocas y, difícilmente volverá a crecer un árbol o arbusto. Esto da lugar a zonas semidesérticas, por desgracia muy abundantes en toda Andalucía. A la vez que desaparecen las plantas también lo harán los animales, y el hombre no podrá sobrevivir a esa cadena de destrucción.