Campaña de Educación Ambiental sobre recursos y valores de los Arroyos del Molino y Bejarano

Arroyo Bejarano, Sierra de Córdoba

 

El agua

Durante la época musulmana se establecieron en los aledaños de Córdoba y a orillas del río asentamientos de recreo (almunias) con fértiles jardines y huertos, donde las clases favorecidas se desplazaban para protegerse de los rigores del clima.

Una de las mayores contribuciones que nos dejaron los árabes fueron los jardines donde experimentaron técnicas agrícolas y realizaron grandes avances en botánica. Con la llegada del Islam se introdujo una agricultura de regadío en al–Andalus, y se incorporaron especies como el trigo de Guinea, el arroz asiático, la caña de azúcar, el algodón, la naranja agria, el limón, la lima, el pomelo, la banana, el plátano, el cocotero, el mango, la sandía, la espinaca, la alcachofa y la berenjena.

La tradición de jardines islámicos comenzó en Córdoba y culminó en la Alhambra. En todas las tierras de al–Andalus la actividad agrícola se mezclaba con la transformación artística de la naturaleza.

La construcción en puntos elevados y la tradición de jardín–huerto, con el agua como centro, se extendió por todo al–Andalus. La medicina natural y la gastronomia se enriquecieron con todas estas pruebas. Todas las artes se hicieron eco, los poetas y todos los artesanos reprodujeron en sus tapices, alfombras y decoraciones, la grandeza del jardín islámico. Tenemos alguna idea de cómo eran sus jardines por los versos que alaban la variedad de sus flores: rosas, narcisos, lirios, anémonas, jazmines, alhelíes, violetas, amapolas, margaritas y otras especies que "atraen la mirada y entretienen los ojos con los delicados edificios que semejan telas de araña".

En el siglo VIII tenemos noticias de unos jardines que pertenecían a ‘Abd al–Rahman I al–Dajil, situados en la almunia de al–Rusafa, al Noroeste de Córdoba, donde llegaron especies de plantas que, más tarde, se esparcieron por todo al–Andalus. Este califa procuraba a cada uno de sus hijos, cuando alcanzaban la mayoría de edad, dotarlos de un alcázar, fincas o almunias e inmuebles que les rentaran. El emir ‘Abd Allah, construyó tan sólo una almunia: Dar al–Na’ura, llamada así por situarse una gran noria en dicho lugar. El emir la convirtió en un oasis lleno de belleza y esplendor, pero fue ‘Abd al–Rahman III quien la dotó de agua potable procedente de la Sierra, bien haciendo una conducción nueva o bien reparando el acueducto romano que pasaba hacia Córdoba por sus cercanías. El agua corría hasta una gran alberca y regaba las huertas de este alcázar en toda su superficie.

Los restos encontrados nos confirman el gusto por el agua que tenían los árabes, dotando todos los espacios de jardines, albercas y fuentes. Destaca sobre todo la Fuente del Elefante, en la finca de El Caño de la Escarabita, en la que fue hallada in situ una figura zoomorfa.

En al–Andalus el sistema de regadío se realizó pegado a la misma tierra (pozos, balancines, norias, presas e incluso canales). Además, las tierras de libre disposición eran abundantes y permitían, por un lado, el establecimiento del cultivo de los campesinos, y por otro, el uso de los habitantes para poder conseguir madera o llevar a pastar sus ganados.

Poetas del Bejarano

Botánica

A lo largo de la historia han sido muchos los poetas que se han inspirado en estos parajes.

Objetivos

Objetivos

La sensibilización y la participación ciudadana son imprescindibles para preservar el entorno del Bejarano.